miércoles, 6 de julio de 2022

Tintín el sinvergüenza

Habían pasado más de 6 meses desde que le propusimos a la “Beba” que nos prestara a Tintin para que pasara el fin de semana con nosotros. Su reacción fue una muestra de memoria intacta del afecto y del cariño. Pegó un brinco y se subió en los hombros de mi esposa, mientras su cuerpo no dejaba de temblar y el moñón de su cola reflejaba su alegre inquietud. Había llegado hace 7 años a la casa metido en una diminuta caja de jugos habilitada con unos huequitos para respirar y una cobijita para el frío. Era un Pincher genuino, quienes nos lo regalaron lo habían enviado desde San Juan del Cesar, sur de La Guajira, con especiales recomendaciones en un carrito puerta a puerta. Lo habíamos pedido atendiendo el deseo de mi hijo menor de tener una mascota. Le dimos muchas vueltas al asunto por que vivíamos en un apartamento en un segundo piso y sin patio. Mi hijo Ángel, con la tozudez propia de su carácter, puso a disposición su voluntad de criarlo y de ocuparse de enseñarle a hacer sus necesidades fuera y en horarios que coincidieran con los paseos. Su compromiso no superó la semana de adiestramiento. Al comienzo era como tener un bebé en casa. Se orinaba y se hacía caca en cualquier parte. Me levantaba temprano a recoger las bolitas de popó y a poner periódicos encima de los orines. Pasado unos días, tomé un periódico enrollado y empecé a llevarlo hasta donde había hecho sus “gracias” y lo reprendía. Luego le asigné un horario de salidas a las 6:00 am de la mañana y luego por la tarde al final de la jornada. Cuando me correspondía viajar o por alguna razón no podía hacerlo, se acercaba a la puerta de la habitación y la rasgaba con sus uñas. En breve le fue tomando un inusitado cariño a la calle, no solo por sus apremiantes necesidades, sino por su animoso afán de correr desbocado y “guapearle” a niños y otros perros que deambulaban por la vecindad. Al poco tiempo nos mudamos a una vivienda más amplia y se fue ensanchando en su vocación de vagabundo, altanero, y como mi esposa atinó a definirlo, un poco sinvergüenza, que lo hacía preferir a las perras viejas y callejeras que le trasmitían garrapatas. Siempre estaba alerta a puertas, portones y ventanas, luego le daban la oportunidad saltaba a la calle y no había poder humano para disciplinarlo. Cuando regresaba de hacer su gusto, se escabullía silencioso a buscar agua y comida para luego hacer su siesta. Por esta costumbre fue hurtado la primera vez. Cuatro días sin saber nada de él. Desapareció sin rastro, nadie daba cuenta de su paradero. Publicamos una foto de él en Al Día, el diario más popular y de mayor circulación y justo el día en que apareció el reporte, regresó a casa en un deprimente estado de flacura y con muestras de haber sido retenido amarrado. Por un tiempo, se abstuvo de callejear y de vagabundear. Situación que duró cuando mucho una semana, hasta que nuevamente se ensanchó en sus hábitos. No tardó el día aciago en que desapareció sin rastro alguno y llegaban versiones que nunca creímos de atropellamiento. Transcurrido un año de su misteriosa pérdida, un vecino, el papá de la “beba” lo vio salir de una casa casi 40 cuadras distante de su sector. Lo llamó por su nombre y Tintin voló literalmente a sus brazos. Estaba en un estado deplorable, con muestras de maltrato y mal alimentado. Un niño quiso exigir que se lo devolviera, pero el le repuso con un argumento incontrovertible: mi hija se deprimió y estuvo muy delicada desde que perdió a su perro y ahora que lo encontré voy a llevarlo donde pertenece, - le dijo. Nosotros habíamos perdido toda ilusión de recuperarlo y también desacostumbrado a la manutención de Tintin, nombre con que lo habíamos bautizado en honor al personaje del cómic que para mi respresentaba un héroe moderno. Además, Mariaa mi nieta recién nacida, con su tropel y vitalidad había copado nuestras vidas. Entre tanto, la Beba, se ocupó de él hasta el extremo de ponerlo a dormir en su misma cama. Para Tintin esta era una situación novedosa, el que había decidido ser sinvergüenza, ahora tenía dos hogares. Nos hemos vuelto a mudar, esta vez a nuestra casa, hay un patio amplio y mucha calle. Pero Tintin está muy bien mantenido. Ese día mi esposa quiso pasar a saludarlo, yo no quise bajarme del carro, no quería poner a prueba mi memoria afectiva. Desde el interior pude ver su alegria y dentro de mi corrió una lágrima tenue, tranquila. La Beba no se despegó de él, siente recelo. Con el tiempo he venido a caer en cuenta de que Tintin para ella es un pedazo de mi hijo del que no quiere desprenderse. Pero por encima de todo, tranquiliza saber que Tintin el sinverguenza está en buenas manos.

miércoles, 25 de mayo de 2022

Gabo en La Guajira

 


A 31 años de la visita de Gabriel García Márquez a La Guajira y a los 40 del mayor galardón de las letras colombianas con Cien años de soledad se rememora el paso del nobel por la tierra de sus ancestros en enero de 1991, cuando de incognito llegó a Maicao, compartió con sus parientes Iguarán en la Ranchería La Paz y luego en Riohacha en busca de los restos de las epifanías que habían dado origen al universo de Macondo.

En Riohacha le encargó a su pariente Ricardo Márquez Iguarán tres solicitudes muy puntuales: gestionar una visita a la mina del Cerrejón, un patio donde pudiera sentarse en una mecedora a mamar gallo y que le ubicaran a José Prudencio Aguilar, a quien había personificado en su obra cumbre en un duelo mítico con José Arcadio Buendía, quien lo mató atravesándolo con una lanza como cobro a la ofensa a su intimidad en el redondel de una gallera.

Gabo había hecho un itinerario desde México hasta Cuba, luego su transito hasta Venezuela para conversar con Carlos Andrés Pérez, presidente de la nación y quien le prestó el avión presidencial para trasladarse hasta Maracaibo y posteriormente, dirigirse por tierra hasta la frontera con Colombia.

“Vine fue a comer friche, a recordar el olor de la guayaba y a amanecer oyendo acordeón en las rancherías guajiras. Y, además, a mamar gallo. Ya habrá tiempo para hablar de la Constituyente, la paz y la literatura” declaró al diario capitalino El Tiempo, medio al que había tomado por sorpresa esta visita no anunciada de la mayor figura de las letras y uno de los artífices del boom latinoamericano.

En 2009 Víctor Bravo Mendoza en La Guajira en la Obra de Gabriel García Márquez, tratado que significa la relación del nobel con la tierra de sus mayores y que resalta como imbrica la tradición, la cultura y el espacio guajiro en el compendio literario del escritor, destaca en un álbum fotográfico un registro episódico del periplo por Maicao y Riohacha; se observa a Gabo pleno en los agasajos ofrecidos por sus primos guajiros, posando con un vaso en la mano y atento a la recreación de la retórica fantástica tan familiar de las Úrsulas y Aurelianos.

Gabo vino poco a La Guajira, pero lo narrado en su obra es como si nunca se hubiera ido, de allí afirmaciones como la siguiente en Vivir para contarla su memoria novelada: “Fue el primer viaje a mi Guajira imaginaria, que me pareció tan mítica como la había descrito tantas veces sin conocerla, pero no pienso que fuera por mis falsos recuerdos sino por la memoria de los indios comprados por mi abuelo por cien pesos cada uno para la casa de Aracataca.”

Una de las coincidencias en el recorrido de comienzos del 91 por territorio de La Guajira es que Ricardo Márquez Iguarán, pariente anfitrión del escritor era compañero de tertulia y de trabajo en Carbocol de Franklin Gómez Deluque, lo que terminó involucrándolos en el vértigo de garantizar en tan breve instancia los pedidos terrenales del autor. Casuística que también propició el dialogo entre dos genuinos narradores, el Gabo de las letras y el Franklin de la tradición oral y la anécdota vernácula.  

En el cabo de año de Franklin Darío Gómez Deluque su familia ha emprendido la tarea de compilar sus anécdotas documentadas durante más de 50 años en tertulias y entrevistas que al decir de uno de sus oferentes, “si García Márquez hubiera tenido acceso a ese disco duro hubiera narrado mil años de soledad”. Este compendio cuenta con el apoyo del Fondo Mixto de Cultura y se espera, seguir gestionando voluntades para que la obra conozca la risa y el goce de sus lectores.

sábado, 12 de septiembre de 2020

Pandemia de pasión

Torcer el cuello de los hábitos y rutinas ha sido la tarea más compleja de la cantidad de decretos, circulares, patrullajes y demás medidas expedidas por el gobierno para imponer el confinamiento y el aislamiento social. Con la consolidación del proceso hibrido de Riohacha, en el que crece intentando ser ciudad, pero sobre la persistencia de su alma de pueblo, impone un reto a la inteligencia colectiva y al gobierno creativo.

Gerardo Toro Aguilar, en solitario ha creado un fenómeno de audionovela, que semeja El Decamerón de Giovanni Bocaccio en medio de la peste negra de la Italia de 1347, una forma de eludir el miedo, el agobio, la ansiedad y la presión de la información que es como un asedio para la tranquilidad y la salud mental a través del curricán de una historia que flota como cometa. El relato por capítulos de Gerardo es una intriga intensa en la que todos sus personajes tienen sus nombres reales pero actúan en una trama de ficción.

La herencia de Gerardo Toro Aguilar es la clave de su narrativa. Por parte de padre le viene la retórica, el verbo fácil y encendido de Lacides, uno de los oradores mas insignes que ha tenido el suelo guajiro. Por parte de madre los relatos de pueblo, calle y patio consignados en la memoria de Lourdes impregnados de sabores, ritos, olores y de semántica riohachera. Esta narrativa tiene sustento en el ancestro afro y wayuu del autor. Un cruce que lo dota de recursos como la hipérbole, lo cabalístico, lo premonitorio y la sonoridad de la expresión autóctona. 

El orquesta los efectos de sonido, imita con fidelidad todos los personajes, construye los diálogos, elabora el libreto y comparte a sus abonados los capítulos que en segundos inundan las redes sociales llenando el frágil vacío de la ciudad que se deja envolver por los momentos de tragedia, pasión y comedia que rodean sus personajes. El formato inédito de Pandemia de pasión, es una mezcla de radionovela y parodia; un best seller con sabor a pueblo.

Ramon María del Valle-Inclán, poeta y escritor de origen gallego perteneciente a los modernistas españoles ideo un subgénero teatral al que llamó esperpento, mezcla de expresionismo popular, voz castiza y desgarrada, brusquedad de los gestos, tránsito entre lo serio y lo ridículo de los personajes; vestido que le talla a la medida a los capítulos de ironía diaria de Pandemia de pasión.

El acento de la Riohacha raizal con su expresión categórica, llena de onomatopeyas, jitanjáforas, arcaísmos y voces ladinas. El discurso riohachero aprisiona y arrincona al interlocutor; es contestario y repentista, invasivo, intimo, intrigante, imprudente, descarnado, no deja cabo suelto, ni verdades a medias… vaciado en un carácter irascible, predispuesto al ninguneo, con extraordinaria capacidad para renombrar a través de apodos, motes, hipocorísticos y remoquetes propio de las sociedades rurales. Todo ello es recogido en los diálogos de la audionovela e interpretado por los personajes, los murmullos, el jooo y el euu sonoros adquieren un poder de comunicación determinante.

Ese bololó de origen africano que rodea la trama anuda las acciones sosteniendo la tensión de las escenas con el hilo conductor de las conversaciones y los cambios de espacio. De la herencia antillana, la chercha se manifiesta en la expresión de los personajes, en la mamadera de gallo con que se le da cuerpo a sus actuaciones. El hecho de nombrar a los titulares reales, introduce la incertidumbre de creer que la historia novelada, es verdad y que puede que esté ocurriendo en tiempo real.     

El encierro se hace llevadero esperando que va a pasar al día siguiente en Pandemia de pasión, que deparan los nuevos capítulos y, con ello atenuar el impacto de saber que la curva no aplana, que aumentan los casos en el territorio, que la gente sigue parrandeando como si nada, que el trapo rojo continúa izado y al final convencerse de que la ficción es epidemia, mientras la realidad tiene más escenas que una pandemia.

 

Carta de un usuario agradecido

Escribo desde el confinamiento esta carta de agradecimiento a ASAA, antes Aguas de La Guajira y antes de antes, Aguas 2000. Mi complacencia es por las 4 horas de agua a la semana que me permiten llenar la alberca y racionar su consumo para 7 días. Mis agradecimientos se los hago extensivos al alcalde como responsable del servicio y a su diligente equipo de trabajo.

La programación de ASAA consulta todos los protocolos de bioseguridad y asistencia psicológica para el usuario por que tiene incidencia como terapia de confinamiento, en tanto que equilibra la paciencia, ofrece una pedagogía de la espera y ocupa el tiempo de ocio del fin de semana como actividad complementaria del descanso.

Estos agradecimientos los hago en nombre propio y no representan el pensamiento de la ciudad, por que solo me sucede a mi y por ello mi tributo y gratitud. Recibo con complacencia cada comunicado, y en cada letra veo la expresión autentica de la responsabilidad social corporativa: El agua escasea en verano, por que es tiempo de sequía; pero cuando llueve también escasea por que el torrente aumenta y se producen daños, todos los años en la misma dársena, en la misma bocatoma y ellos en su misericordiosa responsabilidad nos lo cuentan para que tengamos tranquilidad. ¡Vivimos extasiados en una permanente alerta naranja!

La paciencia se fortalece en los sendos intentos cebando la turbina para competirle a la vecindad que también activan sus maquinas para chuparle el agua que se resiste a dejar la tubería. Mis ojos se iluminan con el gorgogeo de la esquiva presión, con los amagues y el goteo, su mezquindad es insinuación para que siga insistiendo, en cualquier momento de la madrugada llega y puedo entonces dormitar un ojo y el otro sostenerlo en la espera, en la constancia, en el gota a gota, hasta que se llene.

No tiene precio esta operación semanal, así el agua llegue mona y no sea potable. Suficiente debo tener con que alcance a llenar la alberca. Este es un sacrificio inmerecido que me permite escuchar como grillos el trino de las turbinas de los patios vecinos, un ronroneo musical que contamina mis sentidos, tan sincrónico como un reggaetón.

No puedo dejar de celebrar como Ali Baba junto a los 40 alcaldes elegidos popularmente desde 1988 que hace 5 años una ley nos elevó a Distrito. Sin agua, sin empleo, sin calles, sin alcantarillado; con más alumnos que colegios y más hambre que trapos rojos. Dura es la ley, pero es la ley. Tenemos los mismos problemas del comienzo, pero nos consuela el rutilante título de marques que nos da la condición de Distrito y ello conforma nuestra felicidad. Gracias Vieja Mello, por tus hijos y por su obra.

 

Anticipo mis sinceros agradecimientos a la empresa, sus dueños y sus socios -incluido el alcalde-, nadie nos había dado tanto en 32 años, que la Virgen los ilumine en tan encomiable misión. Espero finalmente y confío que el Concejo Municipal les conceda facultades amplias y suficientes y les otorgue la máxima distinción por su denodado compromiso con el bienestar de esta sociedad, que por fortuna los parió.

 

Atentamente,

 

Angel Roys Mejía

Usuario complacido y feliz.

2:30 am, domingo 26 de julio de 2020.

martes, 17 de diciembre de 2019

José Ramón Lanao Loaiza



Este documento sobre el autor de Las Pampas Escandalosas, novela hito de la literatura guajira y del Caribe Colombiano hace parte de un ensayo mayor que pretende reivindicar el nombre del intelectual guajiro cuya obra y legado no ha sido explorado, ni difundido para honrar su papel protagónico en la configuración de una ideología regional y nacional de comienzos del siglo XX.  


La Dirección Departamental de Cultura de La Guajira en el año 2007 rescató del olvido la novela de José Ramón Lanao Loaiza, que había sido publicada en 1936 por la casa editorial de Fernando Arturo Zapata de Manizales, que para inicios del siglo pasado XX en Colombia representaba el sello editorial de más prestigio en el país y que constituye hoy un hito en la historia del libro. La empresa imprimía tirajes de 2.000 y hasta 5.000 ejemplares, llegando a tener en su nómina de ventas más de 60 autores, posicionándolos en las letras de la región. Sin embargo, al desempolvar esta reliquia literaria, la institucionalidad cultural se quedó corta al no incluir reseñas de su copiosa obra ni destacar al autor y su época, lo que impone un debate abierto a la literatura de La Guajira, el caribe y el país para indagar sobre el legado de este erudito y literato guajiro en el pensamiento y las letras de Colombia. En este fragmento su prosa deja como manifiesto un rasgo de la manera de relacionarse los actores del territorio con los representantes del poder central:

Cuando la revolución liberal ocupó la plaza de Riohacha a principios del siglo, José Dolores le ofreció su amistad y el reconocimiento de su autoridad al jefe triunfador, manteniendo sin desfallecimientos y vacilaciones su lealtad a la causa de la cinta escarlata que le envolvía el sombrero como un relámpago de gloria. Pensaba, y con razón, que el General Duran Representaba allí el principio del gobierno. Mas cuando las fuerzas constitucionales del General Ospina recuperaron la plaza por vencimiento del enemigo, contaron con la amistad renovada del ladino y astuto cacique. Nada tenían que reclamarle, alegaba con la sangre fría de su desconcertante sentido práctico. Si el gobierno abandonó la plaza a la Revolución es porque el gobierno fue menos fuerte que la Revolución y, de consiguiente, ésta era mucho más fuerte que yo: ¿Qué podía hacer sino sometérmele?

Las Pampas escandalosas. José Ramón Lanao Loaiza (1936).


Lanao Loaiza es destacado en la década del 70 por la hermana Josefina Zuñiga en el primer ensayo de antología literaria sobre La Guajira del que se tenga conocimiento, por su verbo fogoso e ilustrado. Posteriormente, el escritor y tratadista Víctor Bravo Mendoza en el ensayo La Guajira y su literatura registra los inicios de una literatura regional a expensas de su obra.
“Son mucho más los exponentes de la oratoria en Riohacha y demás municipios del departamento. Floridos unas veces como Don Antonio Amaya, Luis Alejandro López y Denzil Escolar, histórico filosóficos los otros como José Ramon Lanao Loaiza, Helión S. Pinedo Rios, donde matizan el lirismo artístico y la concepción filosófica profunda para los temas históricos.”
La Guajira en las letras colombianas, Josefina Zuñiga,1978 Editorial Letras Medellin.

Las razones que condujeron a Lanao Loaiza para abandonar su tierra y radicarse en la capital del Magdalena son objeto de pesquisas para determinar si están asociadas a problemas de índole familiar por una querella con otra familia tradicional de Riohacha. Este aspecto como otros de su vida familiar e intelectual no se visibilizan en la solapa de su nutrida obra ensayística y literaria, lo que dificulta documentar aspectos de su trayectoria en las letras y en la política nacional.

José Ramón Lanao Loaiza inaugura con su obra una poética de los sentidos, que descubre en el espacio guajiro, un paisaje inédito para las letras nacionales narrando en simbiosis costumbres, territorio y poder. Edgar García Ochoa conocido bajo el seudónimo de Flash, se atrevió a afirmar en su columna en el diario El Heraldo una segura influencia de las Pampas Escandalosas en la ensoñación de García Márquez con el desierto guajiro ratificado en el discurrir de su prosa en La Cándida Eréndira y su abuela desalmada. 

El brío de su pensamiento y la agudeza de sus juicios son notables en otra de sus obras, Mirando las izquierdas, serie de enconados artículos que develaban sus posturas conservadoras y el recelo por las posiciones de las cimientes de la izquierda en la época, publicada en diciembre de 1935:

“No sé cuánto daría la República por borrar, aun con torrentes de su misma sangre la mancha que esa gran vergüenza de las Bananeras dejó sobre las armas limpias de su escudo.”

La prosa de Lanao Loaiza, es introspectiva, raizal, moderna y con muchos elementos de erudición sin caer en lo barroco, referenciando a los clásicos y a los discursos filosóficos y sociales de la época.  Resarcir la deuda literaria y recuperar para la memoria el legado de un sobrado artífice del pensamiento y la defensa de los ideales regionales es una impronta de esta generación.   



Entre el Almirante Padilla y la Profecía




Tan cerca y tan lejos la una de la otra. Hermanadas en la historia, en la proximidad de sus territorios, en la complementariedad de sus actividades de sostén y desarrollo; pero celosas en lo competitivo desde antes y durante el grito que elevó sus territorios a Departamentos con pocos meses de diferencia. En la página de aniversario del Departamento del Cesar se afirma en los antecedentes que “La idea de crear el departamento (…), nació a partir de la creación del departamento de La Guajira…” Sin embargo, en la conmemoración de sus cincuentenarios, el Valle del Cacique Upar parece haber tragado más harina.

Valledupar y Riohacha son ciudades hermanas en lo regional. La primera provinciana, básica, ganadera, bucólica; pero próspera y pujante. La segunda, fronteriza, cosmopolita, plural; pero detenida en el tiempo. Al margen de las ventajas de Valledupar en materia de infraestructura básica, del entendimiento de su clase política por endulzar los oídos y la vanidad de los dirigentes del centro y el empoderamiento de la música tradicional de acordeón como pretexto para emparrandar a la patria y conquistar los fríos corazones de quienes administran el presupuesto de la nación, el empuje en el plano cultural y en la resignificación de la memoria como capital invaluable, constituye la diferencia.

Barranquilla por ejemplo, descubrió aunque un tanto tarde, que estaba engranando su desarrollo de espaldas al rio. Comprendió su prospectiva y ahora las principales inversiones se orientan a recuperar la mirada hacia el rio Grande como polo cultural, turístico, industrial, de transporte y económico.
Valledupar apropio la juglaría, los dignificó, los acogió y los promovió; empujó un clúster con el Vallenato como punta de lanza, al tiempo que afianzaba su vocación agrícola y ganadera, con norte y presupuestos claros. Entre tanto Riohacha divagaba entre capital de frontera con puerto libre y su estigmatizado espíritu contrabandista. Entre tierra con destinos turísticos por descubrir o capital de servicios para la explotación de recursos minero-energéticos. Entre la pluralidad étnica, diversidad cultural y la diáspora de sus migrantes extranjeros después del periodo de bonanza. Entre el aquí y el allá, sin avance alguno y dicho sea de paso, negando el mar. 

Valledupar ha dotado de infraestructura su archivo histórico y está en camino de su digitalización, ha promovido la protección y recuperación de sus fuentes históricas y documentales, con ello ha ido recuperando la memoria, dándole el valor al pasado y su papel de trascendencia para el presente. De paso se ha fortalecido la biblioteca pública como espacio que atesora el conocimiento y exalta la producción intelectual de sus investigadores y creadores. Casi todos sus municipios tienen monografías que retratan sus orígenes y cuentan las incidencias de su devenir; la academia de historia tiene dinámica y espacio propio. En fin, su sociedad ha entendido la importancia de la memoria, la historia y la cultura para consolidar un sentido de identidad colectiva de región.

Pese a que aun sus urbanizaciones llenas de sombras de cañahuates y mangos reciben el agua potable racionada, que están sometidos al yugo y mal servicio de Electricaribe, que sus conductores dando muestras de un afán primitivo toman el carril derecho para doblar a la izquierda rompiendo con el orden y respeto que intenta tener su movilidad. Se sobreponen hidalgos a las fisuras y halan todos para el mismo norte de bienestar y desarrollo.

Para el próximo año el presupuesto de Valledupar alcanzará la cifra de 726 mil millones de pesos, para atender las necesidades de casi medio millón de habitantes. Riohacha, entre tanto afora el suyo en 341 mil millones de pesos, para cubrir casi 300 mil habitantes y con el vestido aun sin estreno de su condición de Distrito.

Pobre Tite, pobre Tite...Pobre Tite Socarras...ahora se encuentra muy triste, lo ha perdido todo por contrabandear, y Valledupar canta en una estrofa de otra canción, si te descuidas Vallenato se cumplirá tu profecía.




lunes, 14 de octubre de 2019

"Me alquilo para votar"


En el último lustro la conciencia electoral de los ciudadanos ha sido empoderada por un actor determinante en la decisión del voto: la información difundida a través de redes sociales y plataformas de información. Con ello se ha abierto paso a una nueva forma de “dictadura” de opinión, en la que entran en juego expertos y estudiosos en el manejo de datos que pueden crear a partir de los sentimientos y pensamientos de los usuarios: debates imaginarios, polarizaciones aguerridas, conflictos ideológicos, movilizaciones sociales y por supuesto, decidir también la suerte de un territorio o país eligiendo mandatarios.  Ejemplos recientes como los protagonizados por la compañía británica de análisis Cambridge Analityca que usando los datos y el “que estás pensando” de los usuarios de Facebook orientó las estrategias para influir en el Brexit y en la elección de Trump a través de la difusión de falsas noticias y la manipulación mediática sin ningún escrúpulo, dan testimonio de ello.

En la contienda regional se tiene una versión de república bananera de este escenario. Por estos días circulan videos y audios que se convierten en virales que introducen un relato nuevo como actor de las decisiones políticas al hacer masivo un acuerdo parroquial debajo de la mesa entre una campaña y el elector pactando bolsas de cemento, llantas, ladrillos o poniendo en ridículo con memes o fragmentos de discurso las intervenciones de los dirigentes; esta deformación del acto de legitimar opinión que tiene toda campaña proselitista convierte en pasquín el concierto democrático y otorga un protagonismo en los influenciadores, trastocando el deber positivo de la publicidad, convirtiéndola en nefasta propaganda.

Resultado de imagen para voto popular

Esta semana Transparencia Internacional presentó los resultados de un Barómetro Global de Corrupción que indica que al 40 por ciento de colombianos le han ofrecido sobornos por el voto. En una oportunidad se le escuchó decir a un dirigente que luego fue alcalde sancionado, destituido y encarcelado, en uno de los habituales congresillos en la ciudad de las “perlas”: “El que quiera ser alcalde de Riohacha debe hacer como yo, más de 5 mil favores y listo”. El “favor” es un dique que conspira contra el discernimiento ideológico, el voto programático, la hoja de vida y el perfil del dirigente. Reduce la política a la justa medida de la maquinaria y la transacción electorera y aplaza el desarrollo de la sociedad.

Influenciadores, publicistas y asesores fijan un orden inverso de los principios de la contienda política desplazando la plaza pública, los argumentos, el debate y las propuestas y en su lugar se va configurando una conciencia de alquiler, sugestionable, que cree todo y no cree en nada, pero que tampoco quiere perder. Una conciencia proclive al favor.

En ese imaginario, un padre de familia desesperado por la falta de empleo y en razón a que el carro que había ido pagando por cuotas y con el que se rebuscaba como transportador se dañó, decidido, salió a ofrecer al mejor postor su negociación. Su consigna segura era que quien le resolviera mínimo dos llantas, el panorámico, el SOAT y la revisión técnico mecánica, le pondría a su disposición el vehículo y sus votos. Una forma de alquilarse para votar.

Alrededor de un puesto de votación el último domingo de octubre acucioso se movía trasladando su compromiso pactado y luciendo las llantas, los documentos y el panorámico sobre el que rezaba un adhesivo de identificación con el mensaje: ¡votando y ganando!